Necesito eso que tenía,
que me traía alegría,
lo que me quitaste algún día,
eso que no me trajiste al mediodía.
Lo que me robaste dejando mis manos vacías,
eso que no valía más que dos de tus vidas,
era lo que traías con tu presencia,
que tenía por voz a la ocurrencia.
Eso no era ninguna incoherencia,
sólo bailaba al ritmo de la decencia,
y de la melodía usaba la intransigencia.
Fue eso que no llego a ser ciencia,
pero si lo vimos convertise en creencia.
Pienso que como toda vivencia
sé que tiene demasiadas falencias,
que no es magia ni es influencia,
y se dice sin ninguna interferencia
ni siquiera con un poco de anestecia.
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